Fadir Delgado Acosta es escritora colombiana. Autora de: La Casa de Hierro, El último gesto del pez y Lo que diga está lleno de polvo. Profesional en Comunicación social. Magister en Creación literaria de la Universidad Central de Bogotá. Sus textos han sido publicados en diferentes revistas literarias nacionales e internacionales. Invitada a distintos festivales y encuentros culturales en Europa, Latinoamérica, Canadá y Egipto. Sus textos han sido traducidos parcialmente al inglés, al árabe, al francés, al italiano y portugués. Premio en Poesía del Concurso Internacional de literatura de la Universidad de Buenaventura (Colombia). 2014. Ganadora de la Residencia Artística en Montreal por parte del Ministerio de Cultura de Colombia y el Consejo de Artes y Letras de Quebec, en el área de literatura. 2013. Premio Distrital de poesía del Portafolio de Estimulo de Barranquilla 2017. Ganadora de la convocatoria internacional de la Oficina de la Juventud de Québec para participar en un intercambio literario en esta Provincia. 2010. Su libro El Último gesto del pez fue traducido y publicado al francés por la editorial Encre Vive de Paris en el 2015. Se desempeña como tallerista literaria y es coordinadora de la Fundación Artística Casa de Hierro de Barranquilla.
ALGUNOS POEMAS:
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Hada ciega
En la oscuridad alguien dice mi hijo
y la palabra hijo es un puño de espinas que se abre en la garganta
Abre la boca
ábrela bien
y vuelve a decir mi hijo
porque la palabra es agua que comienza a ahogarte los pies
Escarba el agua
quítate el cansancio del viaje pegado al cuerpo
y vuelve a decir mi hijo
mira que hijo no es cualquier filo
cualquier cuchillo
con él podrías cortar un relámpago
cortarme un relámpago
cortarle los ojos a un hada
Te lo pido:
Regálame el hada ciega
Pónmela en el pecho
No me digas de qué especie es
No me llames hada
No me digas el nombre de un pájaro
No clasifiques el vuelo
Déjame el hada
Pero llévate a tu hijo
Antes que la palabra te ahogue
Antes que sea cualquier filo
y no cortes nada con él
Llévate la palabra hijo
Ponle el nombre de un pájaro
Clasifícale el vuelo
Pero llévatela
Te lo pido:
Regálame el hada
Pónmela en el pecho
Hada ciega
Te lo pido:
En esta oscuridad
préstame tus ojos.
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Al olvido lo meto en una jaula para ocultarlo del trueno
Y le abro el pecho para que encierre sus bestias
Alguien me dirá que es demasiado abstracto
Que el olvido no es visible
Que intente ponerlo cara a cara con un objeto
Pero cómo hacerlo
No le conozco la cara
Pero sé que siempre tiene sed
y algo me dice que le gusta atravesarse en el camino para hacerme caer
que cuando estoy más cansada aparece y me golpea la cabeza
Y me hace retornar al punto de partida
El olvido tiene dientes
Se rasca hasta encontrarse la sangre
Le gusta hervir el hambre
Porque el hambre se hierve
Podría masticarme
Comerse mi carne
Abrirme los ojos
Coserme la boca con las hebras de mi propio pelo
Con mi saliva saciar su sed
Sacar de mis pechos a todas sus bestias
Porque sabe que lo olvidaría
Que no tendría manera de recordarlo.
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Lo que diga está lleno de polvo
Debajo de la lengua tengo palabras heridas en combate
Hospitales con sus gasas ahogando la herida
Debajo de mi lengua tengo una legión de escombros
Me he partido los labios por quitar esos restos de piedras pegados a los dientes
Lo que diga está lleno de polvo
De ciudades en ruinas
Lo que diga tiembla como punto de luz en el agua
será siempre un grito encalambrado
Siempre el domingo apuntándome con su escopeta
Siempre los perros abriendo la tierra para mostrarme sus huesos
Siempre la palabra que se escucha como la explosión de un tiro
Esa misma palabra que cava su tumba dentro de mi boca.
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Manifestación de la luz
Está en una cueva
Hay una luz que titila
Una raíz de vidrio que le corta los párpados
No es nada más
Sólo un montón de miedo
Un sudor de lodo
Un terrible ruido
La luz tiene espinas
Espinas que le hieren los ojos
El temblor de sus muslos espanta las hormigas sobre el cuerpo
La luz protesta
Es humo
Humo que le arde en los huesos
Cierra los ojos
pero la luz en huelga no se va hasta que los abra
Alguien suelta unos perros rabiosos
El exceso de luz le impide verlos por completo
Tienen colmillos con las puntas brillantes
No sabe adónde huir
La baba de los perros inunda el lugar
Cree que los perros tienen luciérnagas en la lengua
La baba de rabia se le mete en el cuerpo
La luz protesta con un niño en el centro
Un niño cubierto de agujas que se lo arrojan a la cara
Quisiera saber quién está detrás de todo esto
¿Por qué la luz protesta?
¿Quién convoca las marchas?
¿Quién es el líder?
Se quiere arrancar la piel y entregársela a los perros
Un desierto le nace de la boca
Bebe la rabia de los perros
y se hace hambre
me hago hambre
Tengo un desierto en la boca
Una luz tierra que se mete en los dientes
Un niño de agujas cortándome los ojos.
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Cielo de soldadura
Jugamos a parir hijos de relámpagos
Los contábamos como insectos blancos
Desaparecían y se pegaban hasta volverse babas
Hasta ser luciérnagas sin cristales
Hasta darnos cuenta que sólo habíamos parido cráneos de antiguos miedos
Aun así dejamos atrás las escamas de la ciudad
La podredumbre de los mares que se le han muerto
El camino lo abrimos
Fue una filosa herida que nos cortó las manos
cuando decidimos reventarlo
sacarle las entrañas
y sembrarle una raíz con gusanos de luz
Jugamos a comernos nuestros hijos
a cortar alas y tragarlas como cadáveres de hielo
Nos hicimos desperdicios de animales
Niños muertos
Perros aguardando un cielo de soldadura
Nos hicimos eternidad
árboles en un charco de luciérnagas.
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Mar en el bar
Esperar que por la puerta entre el mar
Que abra su noche en frente de todos
Que comience a repartir girasoles guardados en botellas de vino
y verlo reservarse una ola para él
El mar oculta siempre una ola
En la barra del bar le han visto leerle un cuento
ese cuento de la ola
del caracol que parió en los rieles de un tren
Dicen que cuando lo hace
se cubre de escamas
se vuelve reptil
se arrastra por las mesas
Y comienza a cantar canciones que las olas no entienden
Hay canciones que las olas no pueden escuchar
Aunque que quisieran
las
olas
no
lo
escuchan
todo
Y se enoja
El mar se enoja
Le arranca los girasoles a la gente del bar
Abre su boca de reptil y se los come
Y los párpados le titilan
Hace crujidos de ebriedad
Comienza a caer
a dormirse siempre en el bar
La ola no quiere que el mar se duerma
porque es difícil levantarlo
La ola se aleja y lo ve caer
Jamás lo cargaría
Eso no es un asunto de olas
La b es un ojo de agua que separa al mar del bar
Por eso le gustan los bares
Porque escucha canciones donde el pescado podría ser también veneno
Y él sabe a qué suena el veneno
Hasta lo canta
La ola siente una culpa
Un escalofrío
Pero qué saben las olas de la culpa
Esperar que por la puerta entre el mar
Pero quién ha visto que el mar entre a los bares
Quién ha visto que el mar entre por las puertas.
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Excelente poesía. Gracias por compartir!!!